viernes, 24 de abril de 2009

"Yacyretá está terminada desde hace once años"


Se afirma y se reitera que hace falta concluir las obras de Yacyretá para poder elevar la cota de 76 a 83 metros, aumentar un 60 por ciento la generación de energía y satisfacer una mayor demanda, generada por el crecimiento sostenido de nuestra economía. Esto induce a error. En efecto: influidos por esta prédica equivocada, la mayor parte de los ciudadanos interpreta que si hay que concluir las obras de Yacyretá es porque no están terminadas. Que algo está faltando. Por ejemplo, agregar unos metros más de altura al dique para llegar a la ansiada y anunciada cota de 83 metros. Esta creencia es justificada, porque el sentido común considera ilógico que se proponga como meta terminar algo que ya está terminado. Para aclarar la cuestión, he recurrido a la fuente que deberíamos considerar más autorizada: la página oficial de Internet de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY). De ella se desprende lo siguiente: 1°) Las obras civiles y la primera turbina fueron habilitadas hace doce años, el 2 de septiembre de 1994. La obra completa de esta central hidroeléctrica, equipada con veinte turbinas, se encuentra terminada y funcionando desde el 7 de julio de 1998, hace ocho años. 2°) La potencia instalada de estas veinte turbinas es de 3200 MW, con capacidad de producir anualmente 19.680 GWh. Esto equivale a más de siete centrales como El Chocón. 3°) La central hidroeléctrica está proyectada para funcionar con el agua del lago a una cota de 83 metros. Actualmente funciona a 76 metros, lo que reduce la generación eléctrica a 12.335 GWh. 4°) La energía que se pierde asciende a 7345 GWh, que equivale casi a la energía de tres Chocones. 5°) Se pierden 220 millones de dólares anuales por energía no generada y, por lo tanto, no vendida. En los ocho años transcurridos desde la finalización de las obras, con las veinte turbinas instaladas, el quebranto alcanza a 1760 millones de dólares. 6°) La represa y el muro de coronamiento están construidos a cota de 86 metros, con una revancha de tres metros por encima de la cota normal de operación. No hay que agregarle altura adicional al dique, que está concluido desde hace doce años. En consecuencia, para elevar el nivel del agua del lago lo único que hay que hacer es apretar un botón para cerrar las esclusas y embalsar un volumen adicional de agua. Cada módulo de dos metros y medio que se agrega al embalse equivale a adicionar la energía total de un Chocón. Los siete metros faltantes brindan la energía total de casi tres Chocones. Para lograr este resultado no hay que concluir las obras, sino apretar un botón. Con ello se disipa por ahora el riesgo de una crisis eléctrica. Si la solución es tan simple, ¿por qué no se instrumenta? El problema no está en el dique ni en las turbinas, sino en el lago que sirve para embalsar las aguas. Por errores de programación, inadecuada planificación o alteración de prioridades, la EBY no ha resuelto aún la adquisición de las tierras y, entonces, no dispone del recipiente para almacenar el agua. Por tal razón, la central opera a una cota inferior a la proyectada, con lo cual se reducen la caída del salto y, por ende, la energía producida. Además, las turbinas registran vibraciones anormales porque están funcionando fuera del régimen de diseño, cosa que entraña riesgos de desgaste prematuro y encarece el mantenimiento. En toda represa, sea de montaña o de llanura, chica o grande, disponer del sitio para almacenar el agua es tan vital como el propio dique. Si no podemos inundar las tierras ubicadas aguas arriba del dique, ¿para qué lo construimos? En el caso de Yacyretá, por tratarse de un dique de llanura, la superficie del lago es considerable: 1220 km2 a cota 76, que aumentará a 1600 km2 cuando el pelo de agua del lago se eleve a 83 metros. La diferencia es de 380 km2, o sea 38.000 hectáreas. El valor de estas tierras, a mil dólares la hectárea, sería de unos US$ 38 millones, cifra que equivale a la energía perdida en dos meses. Piense el lector que la suma perdida desde 1998 es 46 veces mayor que el valor de las tierras. Por no comprar en tiempo oportuno tierras que valen US$ 38 millones perdimos US$ 1760 millones. En todo emprendimiento hidroeléctrico correctamente planificado, lo primero que se asegura es la posesión de las tierras por inundar, ya sea mediante avenimiento con los propietarios o bien obteniendo la posesión judicial de los inmuebles. Así se procedió con previsión en El Chocón y en Salto Grande, donde las expropiaciones se hicieron varios años antes de la inauguración de las centrales hidroeléctricas. En Yacyretá, pese a que ha habido tiempo sobrado, en los 23 años transcurridos desde el inicio de las obras el problema sigue sin resolverse, y con miras a agravarse. Las tierras inundables son invadidas por contingentes crecientes de intrusos, que especulan con recibir una compensación a expensas del bolsillo del contribuyente argentino. La EBY informa en su página oficial que hay 3145 extracensales, o sea, ocupantes clandestinos posteriores al censo. El 29 de abril de 2005 se creó un fideicomiso por US$ 563 millones para encarar la cuestión. Lamentablemente, se sigue el camino equivocado. En lugar de entregarles plata suficiente, contante y sonante, a los ocupantes para tomar posesión inmediata del predio desocupado se pretende construir barrios con viviendas y monoblocks. Este proceso demandará por lo menos cuatro años. Entretanto, se seguirán asentando nuevos intrusos. Es el cuento de nunca acabar. Si desde 1983 hasta 2006 –23 años– no se pudo resolver el problema, cuando estaba más acotado, ¿cuánto demandará reubicar a los que ya están más los que se siguen agregando, ilusionados por la ganga de recibir una casa de regalo? Las nuevas tareas de la EBY para estas reubicaciones suman 1167 “obras y acciones”, con su correspondiente papeleo y licitaciones. Se ha distorsionado la meta esencial de la EBY: además de generar electricidad, se dedica a un curioso negocio inmobiliario: construir casas para regalarlas a los intrusos. Igual criterio habría que aplicar a la infraestructura que resulte afectada por la inundación: puertos, aeródromo, ferrocarriles, etc., indemnizando a las autoridades competentes para que en cada caso reconstruyan las instalaciones, sin que la EBY se involucre en obras ajenas a su objeto. Se especula con la urgencia que tiene nuestro país en disponer de la energía de Yacyretá. Bastaría incorporar esta energía al sistema interconectado nacional para resolver por un tiempo la cuestión eléctrica. El presidente Kirchner tiene en sus manos la posibilidad histórica de transformar un problema en una oportunidad y resolver el dilema de nuestro abastecimiento eléctrico acordando con Paraguay la inmediata expropiación de las tierras necesarias, utilizando los fondos del fideicomiso. La energía está disponible. Sólo hay que evitar que se siga perdiendo en los vertederos y hacer que el agua sea conducida a las turbinas para generar electricidad equivalente a tres Chocones. El problema tiene solución. Pero hay que plantearlo bien. Decía Albert Einstein: “Si un problema está bien planteado, la solución es obvia. Si está mal planteado, el problema se torna insoluble”.